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Nuestra historia

Hace quince años, en un pequeño rincón de la ciudad, nació Floristería Pétalos. María Muñoz y sus dos socias, con sus sueños tejidos en pétalos, dieron vida a este lugar lleno de fragancias y colores. Su misión era clara: estar presentes en los momentos más especiales de las personas, cuando las palabras no bastan y solo las flores pueden expresar lo que el corazón siente.

En los cumpleaños, las rosas rojas celebraban el amor y la alegría. En los nacimientos, los lirios blancos anunciaban la pureza y la esperanza. Pero también estaban preparadas para los momentos más dolorosos: los fallecimientos, las enfermedades de los seres queridos. Allí, en la penumbra de la tristeza, las flores de Floristería Pétalos se convertían en abrazos silenciosos, en consuelo para los corazones rotos.

Con el tiempo, las socias tomaron caminos diferentes, pero María Muñoz permaneció al frente. Su pasión por las flores y su empatía la convirtieron en la confidente de los clientes. Escuchaba sus historias, sus recuerdos, sus anhelos. Asesoraba con delicadeza, eligiendo cada flor con precisión, para que aquellas emociones, ideas y pensamientos se transmitieran tal y como los querían expresar.

Los ramos de Floristería Pétalos no eran solo arreglos florales; eran mensajes de amor, gratitud y despedida. Las rosas eternas, cuidadosamente dispuestas en jarrones de cristal, se convertían en testigos mudos de los momentos más significativos de la vida.

Y ahora, después de quince años de pétalos y lágrimas compartidas, María Muñoz se encuentra en un nuevo capítulo. La jubilación llama a su puerta, pero su legado perdurará. Las paredes de la floristería guardan secretos y susurran historias. Los clientes, que alguna vez fueron desconocidos, ahora son amigos. Y las flores, esas fieles compañeras, seguirán hablando por ella, incluso cuando las manos de María Muñoz ya no las toquen.

En Floristería Pétalos, cada ramo es un fragmento de vida, un instante de belleza que se despliega en el tiempo. 🌸✨